Entrenar y competir es una forma de valorar mis límites, de experimentar y de ver cómo se hacen bien las cosas. Mi experiencia en competición es el campo de pruebas para los entrenamientos que planifico a mis deportistas y me permite comprender en mayor medida sus problemas, sus sensaciones y sus aspiraciones.
Llevar a otras personas es como vivir su vida deportiva como si fuese la mía, tener otra carrera deportiva por cada uno de ellos. Me interesa lo que entrenan y cómo se sienten, y me alegro si ganan como si hubiera ganado yo o entiendo su frustración cuando las cosas no salen bien.
Nací en Huéscar, un pequeño pueblo del norte de la provincia de Granada, donde mi rutina básica era ir al colegio, comer y jugar en la calle hasta la hora de dormir.
Desde pequeño, siempre he practicado deportes: cualquiera que se pusiera por delante. En especial, pasaba las tardes jugando a fútbol. Fue a los diez años cuando empecé a salir en bici con mi padre; cada vez hacíamos rutas más largas en carretera. A los catorce años me decidí a competir porque disfrutaba con ello y se me daba bien. No tenía ni idea de ciclismo, pero cada año me fui metiendo más de lleno en un mundo que no conocía.
He tenido una profesionalización creciente conforme iba avanzando de categoría, siendo campeón de España y miembro del equipo nacional por el camino.
Una constante en esta etapa ha sido el inconformismo: ganas de querer hacerlo todo lo mejor posible. He contado con varios entrenadores y profesores, y de todos he aprendido mucho, siempre en busca de los mejores; es algo en lo que no he escatimado esfuerzo ni recursos porque considero que es imprescindible para el rendimiento.
He intentado coger lo mejor de cada uno, y a todos les debo un poco de lo que soy como entrenador y, también, como persona.
Siempre he pensado que era un torpe, que lo aprendía todo a base de errores y equivocaciones, hasta que comprendí que es la única forma de aprender.
El deporte es mi pasión y a lo que dedico toda mi vida. Me ha enseñado la importancia del trabajo duro, pero también que si este no va en la dirección correcta no es tan útil, el valor de la disciplina, y a seguir luchando después de cada fracaso.
El deporte me ha enseñado a atreverme a soñar. Que si persigues un objetivo con determinación y constancia, lo puedes conseguir, por difícil que pareciese. ¡Que yo también puedo!.
También a superar las adversidades. A verlas como una pieza inseparable e inevitable de algo más grande, algo que nos hace más fuertes.
El deporte me ha enseñado a amar la naturaleza, cuidarla y protegerla; y a valorar el compañerismo de verdad.
El deporte me ha enseñado que lo más importante es disfrutar el camino que nos lleva a conseguir nuestros objetivos, y no el hecho de conseguirlos.
El deporte me ha hecho fuerte, y pese a los sacrificios que requiere, nunca me arrepentiría de haberle dedicado una parte de mi vida.
Al deporte, al hacerlo mi pasión, le he dedicado mi formación académica. Estudiar Ciencias del Deporte ha sido la puerta a poder hacer lo que me gusta. Me ha dado los conocimientos básicos, los mecanismos para seguir aprendiendo y las herramientas para profundizar por mi cuenta.
La ciencia del deporte y las nuevas investigaciones se han convertido en una de mis pasiones más allá de la Universidad. Soy consciente de que la ciencia avanza día a día y de que es necesario formarse constantemente, sin abrazar dogmas.
Soy muy «friki»: en mi tiempo libre me gusta ponerme a repasar artículos científicos, descubrir nuevos estudios y opiniones de expertos sobre preparación física, nutrición, psicología y salud.
Decidí hacer el máster de Nutrición Humana porque la nutrición está totalmente relacionada con el rendimiento. Me doy cuenta de que es un pilar básico en mi forma de entender el deporte como estilo de vida integral y saludable. La salud empieza en el intestino.
Siempre he compatibilizado mis estudios con la competición en ciclismo y, desde 2014, con el entrenamiento de otros ciclistas.
Entrenar y competir es una forma de valorar mis límites, de experimentar y de ver cómo se hacen bien las cosas. Mi experiencia en competición es el campo de pruebas para los entrenamientos que planifico a mis deportistas y me permite comprender en mayor medida sus problemas, sus sensaciones y sus aspiraciones.
Llevar a otras personas es como vivir su vida deportiva como si fuese la mía, tener otra carrera deportiva por cada uno de ellos. Me interesa lo que entrenan y cómo se sienten, y me alegro si ganan como si hubiera ganado yo u entiendo su frustración como si fuera mía cuando las cosas no salen como queremos.
El ciclismo y todo lo que lo rodea es mi vida. Compagino el trabajo con mis deportistas con la investigación crítica, divulgando lo que voy descubriendo en el podcast Ciclismo Evolutivo.
También soy un apasionado de la Naturaleza y todo lo que ella conlleva. Me gusta la astronomía, la botánica, la biología y perderme en las montañas de mi tierra.
Mi mayor satisfacción ahora mismo es trabajar con deportistas con ganas de aprender, con ganas de trabajar, con ilusión por mejorar. Me encanta enseñar y, aún más, aprender.