La ciencia ha empezado a corroborar lo que ya sospechábamos: disfrutar y el rendimiento van de la mano.

Beth Lewis, psicóloga de la Universidad de Minnesota, ha comprobado en uno de sus muchos estudios (Self-efficacy versus perceived enjoyment as predictors of physical activity behaviour) que cuanto más disfruta del ejercicio una persona, mayor es la probabilidad de continuar ejercitándose. Más en detalle, este estudio dice que invertimos más esfuerzo en el ejercicio cuando lo disfrutamos, lo que se traduce en esforzarse un poco más en los entrenamientos clave.

Además, se ha demostrado que el disfrute está relacionado con el nivel de forma. Las personas que están más en forma disfrutan más del ejercicio aeróbico que las que están menos en forma, porque la relación placer/dolor es mucho más alta al estar más lejana la sensación de agotamiento.  La sensación de velocidad y de correr o pedalear sin esfuerzo es adictiva y placentera.

Practicar deporte no es diferente de otras actividades como tocar la guitarra o escribir poesía, por ejemplo. Disfrutamos más las cosas en que tenemos más competencias, y esto se denomina en el campo de la psicología “autoeficacia”.

La autoeficacia está relacionada positivamente con la mejora que un deportista consigue al seguir un programa de entrenamiento adecuado: al conseguir un mayor dominio del deporte que estás practicando, aumenta tu disfrute en esta tarea.