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ARTÍCULOS
05
12
2018

¿Qué factores influyen realmente en la felicidad?

“La felicidad depende de nosotros mismos”. Aristóteles

Este es un extracto de lo que aprendí al leer el libro «de animales a dioses» de Yuval Noah Harari.

El libro trata de la evolución que ha tenido el nivel de felicidad de las personas a lo largo de la historia, y termina desarrollando magistralmente este punto:

 

¿Todos los avances que la humanidad ha conseguido en los últimos 10 mil años se han traducido en mayor felicidad para las personas individualmente?

¿Es más feliz un trabajador medio ahora que un cazador-recolector del paleolítico?

De no ser así, ¿qué sentido ha tenido este “progreso”?.

 

Primero de todo, debemos definir la felicidad, y esto no es nada fácil. No hay ninguna definición que guste a todos, pero la definición más aceptada es que es “un bienestar subjetivo: una sensación personal  de placer inmediato o satisfacción a largo plazo con la manera en que se está desarrollando mi vida”.

 

Lo primero que se suele pensar es que sí, estamos más felices. Hemos tenido éxito como especie, hemos avanzado, hemos aumentado nuestro número y hemos vencido a muchas enfermedades. Pero esto también entraña un lado oscuro: el hecho de que hayamos progresado como especie no quiere decir que, a nivel individual, nos sintamos mejor.

También podríamos pensar que ahora estamos peor, porque nos hemos alejado de nuestro estado salvaje y de nuestro hábitat natural, tenemos peor calidad en las relaciones humanas y nuestros niveles de estrés y malestar han aumentado.

 

Pero realmente es complicado, a priori, decidir sin conocer qué factores influyen más en la felicidad: ¿el dinero, el amor, la salud?

Y te va a sorprender la respuesta: ninguno de estos es decisivo.

Lo que más influye en el estado de felicidad es la diferencia entre nuestras expectativas subjetivas y nuestros resultados objetivos.

Por ejemplo: quedar 3º en una carrera te puede hacer muy feliz –temporalmente- si no esperabas hacer un podio. Pero a su vez, en otro momento, te puede hacer sentir triste si pensabas que ibas a ganar.

En circunstancias de la vida pasa igual: cobrar 1000 € al mes te puede hacer muy feliz si vienes de no cobrar nada o de esperar mucho menos. Y te puede hacer muy desgraciado si estás acostumbrado a cobrar el doble.

“El hombre que hace que todo lo que lleve a la felicidad dependa de él mismo, ya no de los demás, ha adoptado el mejor plan para vivir feliz”. Platón

El problema de ahora, como ya apunté en este artículo, es que tanto la publicidad como la sociedad nos crean unas expectativas irreales y falsas, que están en la base del sentimiento de infelicidad.

Nos hacen pasar de compararnos con el vecino o con la media de nuestros conocidos a hacerlo con los mejores del mundo.

Eres ciclista y no te conformas con ser mejor que la mayoría de tus compañeros: quieres ganar carreras provinciales. Y si las ganas, querrás ganar nacionales. Nunca es suficiente.

En el ejemplo del dinero: si pasas de ganar 1000 a 2000 euros al mes, lo cual es un sueldo buenísimo, no te conformas. Tienes un estado de felicidad temporal, pero luego pasas a querer más, a compararte con los que ganan más que tú. Te han enseñado que la gente que ha tenido éxito es como tú, que tú también puedes ser como ellos. Es una fuente de frustración constante.

“Las grandes bendiciones de la humanidad están dentro de nosotros y a nuestro alcance. El sabio se contenta con su suerte, sea cual sea, sin desear lo que no tiene” Séneca

Por último: hemos evolucionado con un sistema emocional que no está especializado en sentir mucha felicidad, ni tampoco mucha tristeza.

Como humanos, estamos evolutivamente diseñados para mantener un nivel basal de felicidad.

Esto quiere decir que experiencias muy felices aumentarán la felicidad a corto plazo, unas semanas… pero después, tu nivel de felicidad general volverá cercano a tu nivel basal.

Por suerte, también funciona al contrario: las vivencias muy tristes disminuyen nuestro nivel de felicidad durante un tiempo corto, pero poco a poco nuestro nivel de felicidad vuelve a su estado basal.

Asimilamos las emociones y vivencias como parte de nuestra vida y volvemos a un nivel medio de felicidad, que es diferente en cada persona y principalmente genético.

Y tú: ¿qué opinas? ¿Qué crees que te haría feliz y qué no? ¿Cómo lo persigues?

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Biblografía:

Harari, Y. N. (2016). Sapiens: de animales a dioses. Penguin Random House Grupo USA.

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Autor: Manuel Sola Arjona